Nunca sabrás tus límites si no te empeñas en encontrarlos
Para la historia deportiva española, el 23 de Noviembre del 2008 se recordará como el día en que logramos la tercera Copa Davis, gracias el espíritu de equipo, al tesón y a la fe en la posibilidad de conseguir un objetivo. Sin embargo, para la historia de la marcha atlética española, el 23 de Noviembre de 2008, se recordará como el día en el que el trabajo y tesón de unos cuantos, hizo posible el sueño de volver a ver un 50 km marcha abierto a marchadores de cualquier condición. Esto era algo impensable tan solo hace unos meses. Se ha demostrado que cuando se persigue una idea y se ponen los medios adecuados, se pueden conseguir cosas que nos parecían poco realistas. El primer paso está dado, ahora queda consolidarlo. Siguiendo con las historias deportivas, en mi caso personal, recordaré ese día, como el día que me vi agraciado con el premio gordo de mi corta carrera deportiva. Es cierto que había comparado muchos números y tenía la ilusión de conseguir una pedrea, pero nunca pensé que iba a suceder lo que sucedió. Al empezar este I trofeo AEMA de 50 km marcha, estaba decidido a hacerlo lo mejor posible y a rebajar la marca de 5:30:00 conseguida hace 6 meses en Roubaix. Según fue avanzando la competición empecé a sentir que iba a ser un día grande y que tenía que ir a por todas. El cuerpo y la cabeza me respondían y el cronómetro lo avalaba. El ambiente excepcional, los ánimos que la gente transmitía, me iban llevando en volandas, mi amigo Sergio Calzavara me iba radiando la táctica de carrera e indicando lo que tenía que hacer a cada momento. El maldito “muro” esta vez no llegó y pasé el fatídico kilómetro 30 al mismo ritmo que toda la carrera, plantándome en el 40, en menos de 4 horas. Ahí empecé a creérmelo, sabía que quedaban 10 km a tumba abierta y que podía rebajar las 5 horas; lo cual al despertar de ese 23 de Noviembre, me hubiera parecido un milagro. Tras 4 horas 55 minutos y 32 segundos de dar zancadas crucé la línea de meta embargado por todo tipo de sensaciones, todos vinieron a por mí a felicitarme. Busqué a mi gran compañera y me fundí en un “húmedo” abrazo con ella, en mi interior pensaba: “Cariño, he encogido el cronómetro”. Atrás quedaban las 16 semanas de preparación, las alrededor de 140 horas de entrenamiento y los aproximadamente 1200 km recorridos. Este día me transmitió otras lecciones, la de un gran campeón, Ignasi Melo, que ayer demostró que no solo sabe ganar, sino que también sabe sufrir. Otra imagen para el recuerdo es la entrada en meta de J. R. Lucas y ver como dos pequeños salían corriendo a abrazar las piernas de su padre y a decirle, “papi, estamos orgullosos de ti”. En definitiva, un gran día, solo me queda agradecer todo el cariño recibido durante y después de la prueba. También quiero acordarme de aquellos, que ayer no tuvieron un buen día, seguro que vendrán otros mejores y ellos también podrán tener su 23-N. Por último, un agradecimiento muy especial a mi entrenador de los 6 últimos meses que ha obrado cambios espectaculares en mi marcha. Gracias Jordi .