Nunca sabrás tus límites si no te empeñas en encontrarlos
Papá por qué soy del Atleti: no lo sé. Papá por qué soy corredor de ultrafondo: Hoy sí lo sé, quiero ser como tú. Hoy te he visto soplar las velas de tú nonagésimo cumpleaños y lo he comprendido, tu vida sí que es una prueba de ultrafondo. Yo no estaba cuando te dieron la salida, pero estos días buscando fotos te he visto en blanco y negro subido a un caballo de cartón, supongo que en tu Tarragona natal, al lado de tus hermanos cuando este país aún no sabía lo que iba a ser la dictadura. Tus primeros kilómetros, ya en Madrid, fueron duros, con escenas grabadas en tu memoria de niño, que muchas veces nos has contado y que siempre reflejaban dolor, el dolor de ver atrocidades y sinsentidos de unos y otros. Tu padre, encarcelado por tener ideas y creencias que a otros no gustaban, a punto de ser fusilado. Tu hermano mayor movilizado a la fuerza, la quinta del chupete la llamaron, enviando cartas a casa que tu madre siempre intuía que podía ser la última. Por fin, algún kilómetro de alegría al ver regresar al hermano mayor y ponerse fin a un periodo negro de guerra y odio, que daba paso a otros kilómetros duros de penurias y de silencio que marcaron tu juventud en el barrio de Arguelles, formando parte de una más de tantas familias, que nunca quiso estar en ningún bando, que sufrió penas y castigos de ambos y que salió adelante como pudo. Tu largo periodo de servicio militar voluntario en Transmisiones en el Monte de El Pardo, tratando de seguir la profesión abortada de tu padre, lleno de anécdotas que me contaste de niño. Tras ello, iniciaste los “kilómetros” en tu querida CTNE conocida hoy en día como la Telefónica, volviendo a tus raíces en Barcelona. Estos kilómetros, aunque pasaras algo de hambre y estuvieras alejado de tus padres, seguro que los hiciste a buen ritmo con el ímpetu de la juventud, hasta que la vida te llevó a un nuevo bache, con la muerte de tu hermano. Paradojas de la vida, el que se libró en los finales de la guerra, acabó estrellado en las laderas de Montflorite ejerciendo su profesión de instructor y pionero de vuelo sin motor. Pero, como ocurre en mis carreras, hay que seguir dando zancadas, tu vida tenía que seguir aunque ya no volvieses a oír tatarear canciones a tu madre, su voz y su corazón estuvieron de luto el resto de la poca vida que le quedó. Volviste a Madrid y lograste recuperar el ritmo de carrera, gracias a una chica abulense emigrada a Vallecas que te salió al encuentro y que te lleva acompañando más de 60 años en tu particular ultrafondo. Tras ello, periodo de altibajos, tu vida no lograba coger ritmo sostenido, a tu boda le sucedía la desaparición de tu madre, el nacimiento de mi hermana, algo después el mío y poco más tarde la muerte de tu padre, mi único abuelo al que apenas conocí dos años. Con el cambio de aires al barrio de la Ciudad de los Angeles, empezó una etapa de lucha, pero gratificante. Os tuvisteis que sacrificar, esforzar y no pensar más que en trabajar. Tu Telefónica y el coger puntos a las medias de mamá en casa, lograron sacar adelante a la familia y poder darnos carrera universitaria a mi hermana y a mí. De vosotros heredé la cultura del esfuerzo, el aprender a sufrir en silencio, predicar con obras, todo eso que hace que mi cabeza funcione perfectamente cuando me enfrento a mis retos. De este periodo recuerdo las charlas de mayores en casa, prohibidas a los niños, en las que como decíais “arreglabais el país” es decir opinabais intramuros, lo que no podíais expresar en libertad en la calle. También hubo algún kilómetro de incertidumbre cuando tuviste la osadía de apoyar una huelga en Telefónica, cuando esos sindicatos que ahora se llenan la boca de decir haber luchado contra el dictador, os dejaron en la estacada. Cuando tuviste que ir a juicio y estuviste a punto de ser despedido. Recuerdo las conversaciones que a escondidas oía. Pero seguiste dando zancadas. También recuerdo la incertidumbre con la operación de mamá, que tratasteis de no decirme toda la verdad, hasta que nuevamente se superó esta dura etapa. Superado el kilómetro 50 de tu vida, este país recuperó el aire, vi esperanza, dejé de oír hablar a mi hermana de tener que correr delante de los “grises” en la universidad, me daba miedo porque yo estaba punto de tener que ir. Quizás esta fase de tu particular carrera te permitió coger un ritmo adecuado y no sentir en exceso el paso de los kilómetros, nacieron tus dos nietas, en medio te jubilaste y supongo que puede decirse que fue un periodo de relativa facilidad para envejecer. Pasaban los años y yo apenas te notaba la diferencia. Pero no todo puede ser fácil, empezaron los problemas con la cadera, la rodilla, las tres operaciones y casi sin recuperación, mamá empezó con su asma. Sin embargo, llegaste muy bien al kilómetro 80, encajabas y seguías dando pasos al ritmo adecuado. A partir de ahí, como en cualquier carrera de ultrafondo, vienen los kilómetros difíciles, hay que apretar los dientes, se piensa a veces en la retirada, te tienes que apoyar en los demás cada vez más, pero hay que seguir buscando los puntos positivos; y también los hay, pues has podido conocer a tres bisnietos, que no todo el mundo puede decir lo mismo. Ahora, tu fuerza ya no es la de antes, pero ahí sigues plenamente lúcido. Sí, estás más sensible, pero sigues siendo un referente para todos. Sigues en carrera, a otro ritmo, pero es lo que toca. Siempre nos enseñaste a pelear, la palabra abandono está prohibida en nuestro vocabulario, gracias a ti. Por todo esto, hoy he comprendido que quiero y puedo ser corredor de ultrafondo porque llevo tus genes y todo lo que he aprendido, y seguiré aprendiendo, de tu vida. Gracias papá. Post-data: Al principio, no he dicho la verdad, sí sé por qué soy del Atleti. Recuerdo perfectamente cuando teniendo alrededor de séis o siete años, un día me preguntaste qué equipo de futbol me gustaba y te dije que el Madrid. Por qué fue tu respuesta, porque en el colegio todos lo son, te dije. Me comentaste que eso no era razón suficiente, no te empeñaste en convencerme que me hiciera del Barça, tu equipo. Me dijiste que había otras alternativas en Madrid, que mis tíos Carlos y Angel eran del Atleti, por ejemplo. Así, poco a poco, supongo que me indujiste a hacerme del Atleti. Eso y algunos partidos a los que me llevó mi tío Angel y en los que pude ver jugar a Ufarte, Luis y Gárate y ganar algunas ligas al Atleti y perder la primera final. Bueno eso es otra historia. Pero soy del Atleti por ti y no me arrepiento. Soy luchador y cabezota, a veces no sé por qué me empeño en mis retos. No se me ocurre preguntar a uno del Atleti por qué hace 100 kilómetros o 24 horas corriendo, eso es sinónimo del sufridor. Lo que no alcanzo a entender es cómo puede haber ultrafondistas del Madrid o del Barça, si no están acostumbrados a sufrir…………………………..